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ANÁLISIS DE LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA TRADICIÓN DEMOCRÁTICA

Estamos a las puertas de vivir un proceso democrático, donde los ciudadanos deberemos elegir a quienes tomarán las riendas de la política nacional por los siguientes cuatro años. Parece, entonces, un momento idóneo para detenernos a reflexionar lo que implica vivir en democracia, analizar su evolución histórica, y explorar algunas de las críticas que diferentes filósofos y pensadores políticos han formulado a través de los años.


I) Introducción:


En primer lugar, es importante advertir al lector que resulta dificultoso explicar el significado de democracia mediante una definición exacta, dado que son muchos los atributos y cualidades que esta encierra, y más aún, que el concepto mismo de democracia ha variado enormemente a lo largo de la historia. Por otro lado, hay que señalar que cuando empleamos este término no nos referimos, de manera exclusiva al menos, al modelo de democracia representativa que la mayoría de naciones occidentales ha adoptado como forma de gobierno. En realidad, hacemos alusión a una línea de pensamiento que agrupa un conjunto de teorías políticas que comparten puntos en común, como ideales de igualdad, legitimidad, y respeto por la “voluntad general” [1]. Otras características definitorias de la democracia, son el hecho de que promueve la participación y el empoderamiento ciudadano, recurre a la discusión y al debate como medios para alcanzar decisiones concertadas, y se basa en una búsqueda permanente por el bien común.


II) Orígenes de la Democracia:


Al remitirnos a su origen etimológico, encontramos que “democracia” proviene de las voces griegas “Demos”, que significa pueblo y “Kratos”, que significa poder, y más concretamente, gobierno. Por ende, este término hace alusión a un gobierno ejercido de forma popular [2]. La democracia nació en la antigua Grecia, y alcanzó su máxima expresión en la “polis” de Atenas. Se atribuye a Dracón la primera codificación de las leyes de esta ciudad-estado, así como la elaboración de la primera constitución ateniense en 621 a.C.; esto significó el inicio de la transición de un sistema oligárquico a uno democrático. Posteriormente, Solón introdujo una serie de reformas legislativas en 594 a.C., que buscaron consolidar este modelo, aumentando los derechos y la participación de los estratos sociales más populares [3].


1) Democracia ateniense:


Durante el período oligárquico, la política ateniense giraba en torno a un consejo llamado “areópago”, conformado por las élites de la ciudad, destacándose la figura del “arconte epónimo” quien era la cabeza y el administrador del estado ateniense[4]. Como ya mencionamos, las reformas de Solón, que se desempeñó como arconte en 594 a.C., empoderaron a las clases medias y bajas, provocando que el centro del poder político ateniense, se trasladara del areópago a la “ekklesia” o “asamblea”. La Asamblea era el órgano máximo de toma de decisiones en Atenas, y estaba inte­grada por todos los ciudadanos varones libres; las votaciones eran públicas y antes de realizar cualquiera, se requería de la presencia de al menos 6000 ciudadanos. En Atenas la noción de ser un “buen ciudadano”, iba de la mano con el hecho participar regularmente en la Asamblea, y sostener posiciones políticas fuertes. En definitiva, y a diferencia de lo que ocurre en la actualidad, existía un enorme compromiso público con los asuntos de Estado.


2) Participación ciudadana:


Como habrá notado el lector, hemos mencionado que la participación en la Asamblea, incluso en sus momentos de mayor concurrencia, estaba limitada a los “ciudadanos varones libres”. Se estima que hacía el siglo IV a.C., la población de Atenas rondaba las 300.000 personas, de las cuales alrededor de 100.000 eran miembros de familias de ciudadanos, y apenas unos 30.000 eran varones adultos con derecho a votar [5]. Dado que el poder político era ejercido por un grupo tan reducido de personas, se piensa que era relativamente fácil llegar a acuerdos y conciliaciones. La gran mayoría de la población, cuya voz no era escuchada, estaba conformada por mujeres, jóvenes, esclavos y extranjeros residentes que carecían de derechos políticos.


III) Republicanismo:


El republicanismo es una teoría política que adopta ciertos aspectos de un sistema democrático, como la preeminencia de la soberanía ciudadana en la toma de decisiones, pero que a su vez incorpora otros elementos como la creación de instituciones de gobierno, la división de poderes, igualdad ante la ley, y supremacía de una carta magna [6]. Esta teoría, además, plantea a la “república” como el modelo fundamental de gobierno, término que proviene de las voces latinas “Res”, que significa cosa, y “Publica”, que hace alusión al pueblo. Al igual que la democracia, los orígenes del republicanismo, se remontan a civilizaciones clásicas como Grecia y Roma.


1) Republicanismo clásico:


Aristóteles fue uno de los primeros en proponer un modelo de gobierno republicano que incorpore elementos de la monarquía, la aristocracia, y la democracia, de tal forma que se propugne el bien común y la participación de los ciudadanos, pero manteniendo la “estabilidad social” [7]. Durante la baja Edad Media y el Renacimiento, algunas ciudades-estado italianas como Venecia y Florencia, también se organizaron como repúblicas, e implementaron gobiernos donde el poder recaía en un conjunto de magistrados elegidos por los ciudadanos [8]. Asimismo, cabe destacar el caso de la “Commonwealth” de Inglaterra, dirigida por Oliver Cromwell y establecida tras la Guerra Civil Inglesa y el regicidio de Carlos I en 1649; esta fue un ejemplo de gobierno republicano, en medio de una Europa plagada de monarquías absolutistas. Sin embargo, la concepción moderna de republicanismo surge en siglo XVIII con el ascenso del pensamiento liberal e ilustrado, que dio paso a una serie movimientos revolucionarios en América y Europa.


2) Republicanismo en los Estados Unidos:


Tras la Revolución de las Trece Colonias americanas, y su independencia de los británicos, se evidenció la necesidad de que estos territorios conformen un gobierno que les permitiera constituirse como una sola nación. Fue así que delegados de las Trece Colonias, que pasarían a llamarse “Estados”, se reunieron en la Convención de Filadelfia en 1787, para diseñar un texto constitucional. Los autores de la Constitución, tenían muy claro que el modelo gobierno que estaban a punto de crear no sería el de una “democracia directa”, sino más bien, en palabras de James Madison, una “República no tiránica” [9]. Madison y sus colegas querían asegurarse de que ninguna facción social ni líder despótico, pudiese oprimir los derechos de los nacientes Estados o de sus propios ciudadanos, incluso si contase con el consentimiento de una mayoría popular [10]. Por lo tanto, el más grande desafío que experimentaron los redactores de la Constitución, era lograr un texto balanceado que no otorgase demasiado poder al gobierno central, como para que se convirtiera en una amenaza a los derechos individuales, ni muy poco como para que se volviese un gobierno débil, frágil, e ineficaz.


La solución y compromiso al que llegaron, fue implementar un sistema de “checks and balances” [11] o “controles y contrapesos”, donde se sobrepongan las instituciones a los intereses individuales. Algunas de las medidas convenidas, fueron: la separación de poderes en tres ramas gubernamentales (ejecutiva, encabezada por el presidente; legislativa, por el Congreso; y judicial, por la Corte Suprema), cada una con competencias delimitadas e independencia frente a las demás [12]; la creación de un Congreso bicameral, compuesto por una cámara alta, el Senado, y una cámara baja, la Cámara de Representantes; la adopción de un sistema federalista, que otorgase autonomía plena a los estados para codificar sus propias leyes, en tanto, no contravinieran la Constitución; por último, el establecimiento de requisitos de “super mayoría” (también denominada mayoría cualificada) en caso de que se pretenda efectuar cualquier reforma institucional. Por ejemplo, para llevar a cabo una enmienda constitucional, se requiere del voto favorable de dos tercios en ambas cámaras del Congreso, y tres cuartos de las legislaturas de los Estados [13].


IV) Críticas a la Democracia:


Como ha quedado sentado, la democracia y sus teorías adjuntas, tienen una larga trayectoria histórica, y, por ende, han sido ampliamente analizadas y estudiadas por diversos pensadores a través de los siglos. A diferencia de otras doctrinas políticas y filosóficas que fueron popularizadas por los esfuerzos de sus gestores, como fue el caso del utilitarismo de Jeremy Bentham, el marxismo de Karl Marx, o la teoría del contrato social de John Locke y Jean-Jacques Rousseau, la democracia fue más bien publicitada gracias a sus detractores [14]. Las críticas a la democracia son tanto de fondo como de forma; sin embargo, hay que tener en cuenta que el “tipo de democracia” objeto de crítica, fue mutando a través de las diferentes etapas históricas. A continuación, exploraremos las posturas de tres pensadores políticos:


1) Platón (427-347 a. C):


Platón fue un filósofo ateniense discípulo de Sócrates, que criticó la democracia tal como era practicada en Atenas, y propuso en su lugar, que una ciudad-estado ideal debía ser gobernada por “reyes filósofos”. El punto que Platón ilustra en La República, es que la democracia puede tornarse fácilmente en una fuente de “hostilidad a la verdad”, pues, rara vez las decisiones tomadas por todo el conjunto social, son hechas basándose en la razón; esto en contraste con un gobernante que posea las virtudes y la preparación necesaria, para tomar decisiones sabias. No obstante, Platón reconoce que la educación juega un rol preponderante en la vida política de una ciudad-estado, tanto en el proceso de formación de los gobernantes, como en la creación de una ciudadanía comprometida [15].


2) Alexis de Tocqueville (1805-1859)


Tocqueville, jurista y político francés, efectuó un análisis de las ventajas y desventajas del sistema político de Estados Unidos a principios del siglo XIX, a través de su obra La democracia en América. Tocqueville, sostuvo que las sociedades tienden naturalmente a buscar mayor igualdad, misma que la democracia se empeña en proveer; sin embargo, esto conlleva un gran riesgo: que los ciudadanos cedan de manera progresiva su libertad, lo cual podría devenir en una eventual forma de tiranía. Para Tocqueville la democracia genera ciudadanos individualistas que desarrollan desinterés por todo lo político, y que poco a poco se limitarían a recurrir al Estado para satisfacer sus necesidades, aún cuando este les privara de libertad [16].


3) Jürgen Habermas (1929):


Este filósofo y sociólogo alemán, no critica a la democracia como tal, sino que enfatiza la necesidad de que las sociedades modernas se trasladen a un modelo de “democracia deliberativa”. Habermas, sostiene que muchas veces la opinión pública se ve influenciada por factores externos, a tal punto que las decisiones de los ciudadanos no son realmente libres. La alternativa que propone es un sistema deliberativo, donde los ciudadanos puedan participar activamente de la discusión en el espacio público, tengan libertad para cuestionar argumentos ajenos, capacidad de diálogo, y estén dispuestos a alcanzar acuerdos consensuados. Asimismo, Habermas considera al Derecho como una herramienta de integración social y de legitimación del poder político [17].


V) Conclusiones:


Este artículo buscó presentar al lector, un breve repaso histórico de la evolución que ha experimentado la tradición democrática, desde su génesis hasta tiempos contemporáneos. Como se evidenció, el concepto de democracia no es inmutable, por el contrario, se ha nutrido de diversos puntos de vista, y adaptado a la realidad de cada época. Debemos remarcar que las críticas expuestas en este artículo, son simples reseñas de temas mucho más profundos, que, para ser entendidos en su totalidad, se debe recurrir a las obras de sus autores. Finalmente, concluimos que, pese a sus flaquezas, la democracia es la mejor garante de respeto por los derechos y libertades de los ciudadanos, y que nosotros, como herederos de esta tradición, tenemos la responsabilidad de no dejarla perecer, participando activamente del debate y la discusión pública.




VI) Referencias y Bibliografía:

1. Rousseau, J.J. (2013). El Contrato Social. Plutón Ediciones; N.º: 5 edición.

2. Coelho, F. (s.f.). Democracia: origen y etimología de la palabra. En: Diccionariodedudas.com. Disponible en: https://www.diccionariodedudas.com/origen-de-la-palabra-democracia/

3. Rodríguez, B. & Francés, P. (2010). La democracia. Universidad de Granada. Disponible en: https://www.ugr.es/~pfg/001Tema1.pdf

4. Historia Civilis (15 de diciembre de 2017). La Constitución de los Atenienses [Archivo de video]. YouTube. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=pIgMTsQXg3Q&t=359s

5. Rodríguez, B. & Francés, P. (2010). La democracia. Universidad de Granada. (p. 5). Disponible en: https://www.ugr.es/~pfg/001Tema1.pdf

6. Enciclopedia de Historia (2019). Republicanismo. En: enciclopediadehistoria.com. Disponible en: https://enciclopediadehistoria.com/republicanismo/

7. López, L. (2008). República Vs Democracia en Aristóteles. Disponible en: http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/55463/Documento_completo.pdf?sequence=3&isAllowed=y

8. Pocock, J.G.A. (2002). El momento maquiavélico. El pensamiento político florentino y la tradición republicana atlántica. Editorial Tecnos.

9. Madison, J (s.f.). Federalist Papers No. 10 (1787). En: billofrightsinstitute.org. Disponible en: https://billofrightsinstitute.org/primary-sources/federalist-no-10

10. Máiz, R. (2014). “Dividing Sovereignty”: Federalismo y Republicanismo en la teoría política de James Madison. Universidad de Santiago de Compostela. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4739989.pdf

11. Encyclopaedia Britannica (2019). Checks and Balances. En: britannica.com. Disponible en : https://www.britannica.com/topic/checks-and-balances

12. Martínez-Val, J. M (s.f.). Reflexiones sobre la Constitución de los Estados Unidos de América. Disponible en: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/5/2104/11.pdf

13. Constitution of The United States of America [U.S. Const]. Art. V.

14. Shapiro, I. (2007). Los fundamentos morales de la política. Editorial: Colegio de México.

15. Sancho-Rocher, L. (2001). Democracia, saber y multitud: Platón y el Demos. Universidad de Zaragoza. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/287586.pdf

16. Simón, P. (2015). La Democracia según Alexis de Tocqueville. En: jotdown.es. Disponible en: https://www.jotdown.es/2015/11/la-democracia-segun-alexis-tocqueville/

17. Domínguez, H. (2013). Democracia deliberativa en Jürgen Habermas. Universidad Pontificia Bolivariana. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5206395.pdf



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