DEMOCRACIA ¿UNA FALSA PROMESA?
- Hanne Blusztein C.
- 17 may 2021
- 12 Min. de lectura
Actualizado: 26 may 2021
Introducción
En las últimas décadas, las democracias liberales se han ido popularizando en los sistemas políticos de los países de la región y han alcanzado notable presencia política sobre el mundo occidental. En la actualidad nos resulta inconcebible la idea de querer retornar a modelos antiguos donde los países fueron testigos de atrocidades cometidas por regímenes en nombre de la nación, la tiranía, el despotismo, el uso desenfrenado de la fuerza y la máxima restricción de libertades individuales. Lo cierto es: Que el contexto político de cada tiempo obedece a un conjunto de factores sociales, políticos y económicos propios de cada época y lugar, por lo tanto, establecer comparaciones que no ven a cuestiones estructurales de fondo ni consideran factores que se vuelven esenciales al momento de implementar determinado modelo político o medida, resulta infructífero o incluso desfavorable; tal es el caso de hablar de una democracia “perfecta”. Hablar de democracia va mucho mas allá de adaptar Constituciones a los parámetros de las democracias liberales modernas o de ceder a las imposiciones de organismos internacionales, que aplican a conveniencia propia el principio de soberanía y autodeterminación de los pueblos. Discutir sobre un modelo democrático “exitoso” resulta ser un asunto mucho mas complejo que continuar idealizando modelos extranjeros o estableciendo falsos dilemas con respecto a modelos políticos antiguos, a los cuales la democracia llego a reemplazar, cambiando nada mas que las figuras de poder. Esa transición de periodos e ideas políticas disto mucho de la teoría a la practica.
A lo largo del presente articulo, se irán mencionando algunos aspectos que evidencian como esa transición política abrupta nos ha llevado a enfrentar una cadena de sucesos perjudiciales bajo el sometimiento a una casta política que se traduce a una dictadura de partidos o tiranías, mal llamadas democracias participativas.
Orígenes
Para Robert Dahl, la democracia moderna se remonta a cuatro fuentes principales: la Grecia clásica, la tradición republicana en el imperio romano, la idea y las instituciones del gobierno representativo, y la lógica de la igualdad política. Sin embargo, esta forma de organización política ya desde sus orígenes demostraba algunas limitaciones.
Para entender propiamente el significado de “democracia” es necesario conocer su origen. En la Antigua Grecia, los filósofos reconocidos por su gran sapiencia, se dedicaron a formular conceptos políticos y a definir formas de gobierno que mantenemos hasta nuestros días. No será novedad para la mayoría, que la democracia es una forma de gobierno originada en dicha cultura instaurada en los últimos años del siglo VI a.c. Fue Aristóteles quien formuló las tres formas puras y perfectas de gobierno con sus respectivas degeneraciones. Para clasificarlas, toma en cuenta el numero de gobernantes y la manera en la que estos ejercían el poder. Estas son:
· Monarquía: Forma de gobierno en la cual la jefatura del Estado recae sobre el rey
· Aristocracia: Sistema de poder político, en el cual, el poder es ejercido por una clase privilegiada.
· Democracia: “demos” personas y “kratos” poder. Forma de gobierno donde el poder se ejerce a través de la voluntad popular.
Y sus formas impuras, ilegitimas o degeneradas:
· Tiranía: Forma de gobierno, en el cual, quien lo ejerce goza de un poder total o absoluto, no limitado por las leyes, y se comporta de manera autoritaria y despótica.
· Oligarquía: “oligos” poco “arkia” gobernar. Gobierno de unos pocos. Se caracteriza por ser una forma de gobierno, en el cual, el poder se concentra en unos pocos que controlan todos los ámbitos de la sociedad.
· Demagogia: Forma de gobierno que deriva de la degradación y corrupción de la democracia; consistente en la manipulación de las masas populares. (Cataright, 2018)
Otra de las formas de degeneración de la democracia que se describio fue la oclocracia. El termino fue acuñado por Polibio, historiador girego (200 a.c) . Esta es definida como "gobierno de la muchedumbre o de la plebe" descrita por la propia RAE. Este no es una forma de gobierno per se, mas bien un fenómeno propio derivado de "los gobiernos populares", y consiste en un gobierno en el cual la mayoria manda sin restricciones, con voluntad ilimitada, viciada e irracional; y donde se descarta la existencia de: Division de poderes, Estado de derecho y noción de la República
Norberto Bobbio plantea desde la perspectiva teórica un análogo problema. El punto en cuestión es resumido con una pregunta, ¿Gobierno de hombres o gobierno de las leyes? En efecto, lo que Bobbio analiza no es el modelo de gobierno, en este caso la democracia en sí, sino la forma en que se gobierna; es decir, las diferentes formas que adquiere la democracia en los diferentes contextos socio–culturales en donde se aplica (Bobbio, 1996:167). Este debate es parte de aquel que a principios de los treinta entablaran Hans Kelsen y los positivistas en oposición a la tesis del decisionismo schmitiano (Kelsen, 2005; Dotti, 2000). (Korstanje, 2007). El planteamiento de Bobbio, nos lleva a contrastar las teorias de las democracias modernas a lo que desde ya antes se advertia en la Antigua Grecia. La fusion de las democracias antiguas con las democracias modernas que adoptan principalmente elementos del Estado Moderno, dan como resultado las democracias actuales y sus respectivas degeneraciones.
Demagogia
Cabe destacar que: “democracia” y “demagogia” son palabras antiguas definidas por Aristóteles. En cambio, populismo es un término relativamente reciente, que aparece por primera vez en los años ochenta del siglo XIX, en Rusia y Estados Unidos; es usado en la actualidad para calificar, en general, con una connotación negativa, los movimientos, los partidos, las ideologías que llaman directamente al pueblo, rechazando las mediaciones de la democracia representativa y los vínculos constitucionales (Paze, 2016). Sin embargo, pese a que la “demagogia” propiamente descrita, corresponde a la degeneración de su forma pura “democracia”, en el panorama político que encaramos, es evidente la degeneración por la cual nuestras democracias atraviesan, si es que en algún momento llegaron a existir .
La propia heterogeneidad presente en nuestra cultura es uno de los factores principales que pone en tela de duda la eficacia del modelo democrático sacando a relucir la fragilidad del mismo, en un medio donde impera el caos y en el cual hablar de consensos, instituciones solidas, respeto e igualdad ante la ley, pareciera ser un idealismo. No obstante, la heterogeneidad no tiene porque traducirse necesariamente a algo negativo, pero si cuando aun no hemos aprendido a convivir pacíficamente en esas diferencias y desigualdades naturales. Principalmente cuando las decisiones fundamentales quedan en manos de esas mismas masas.
Desde dicho periodo histórico, renombrados filósofos comenzaban a cuestionarse desde ya las fallas de los modelos de gobierno existentes en la época, en este caso hablamos la democracia, como una forma de gobierno intrinseca en la creacion del Estado moderno. No obstante, la democracia moderna, es un concepto que se origina a mitades del siglo XVII a la par del derecho de sufragio universal, abolición de la esclavitud y de las corrientes liberales que desde ya comenzaban a surgir en Europa como respuesta al absolutismo de los gobiernos y a la falta de atención a las necesidades populares de la época, lo cual, más adelante, desencadena una revolución (Revolución Francesa) que marcó el inicio de una nueva etapa política en occidente. Es a partir de entonces, como la historia es testigo de como gran parte de esas ideas de libertad sobre las cuales se funda el Estado moderno, comienzan poco a poco a sufrir un proceso de degradación. En este caso, traduciéndose a las tres formas degenerativas que el propio Aristóteles describió: tiranía, oligarquía y demagogia en una sola. Si analizamos a las democracias en Latinoamérica, encontraremos preocupantes degradaciones que ponen en evidencia modelo fallidos o poco prósperos que se reflejan en todos los niveles de la sociedad. Considerando este punto y como se menciono en la introducción, resulta impertinente encerrarnos en la idea de buscar replicar otros sistemas, donde se toma como ejemplo “modelos exitosos”, el ejemplo mas común, los modelos nórdicos o escandinavos, en una búsqueda interminable de justificar nuestras decisiones políticas que distan de ser acertadas en nuestro contexto.
Partidocracia
Por otro lado, “partidocracia”, como un neologismo aun no definido por la RAE, se designa para describir a los regímenes en los cuales los partidos políticos asumen el monopolio de la actividad publica. El termino aparece post-guerra para determinar la existencia de los partidos políticos en Alemania como un mecanismo de representación y necesario para la practica de la democracia (Borja, 2020). En nuestro contexto, esto toma un giro distinto, comenzando por la forma en la cual elegimos a nuestros representantes. La forma en la que se estructuran los distritos y se escoge a sus representantes esta lejos der ser representativa. Estos en su mayoría no son conocidos por sus habitantes, no conocen de sus necesidades, o basta con aliarse a determinado partido político con mayoría de votos para garantizar su curul en la asamblea.
El sistema de representación actual debe ser reestructurado si realmente buscamos alcanzar una democracia participativa en donde todos los niveles de la sociedad se vean capaces de influenciar en las decisiones relevantes. Es mas que pertinente aclarar que, las elecciones democráticas funcionan como un ejercicio de proyección, donde los candidatos emulan características que el propio votante reconoce adolecer en su persona. Como sus representantes, los gobernantes siguen principios de honestidad, justicia, rectitud y benevolencia. Sin embargo, tarde o temprano los ciudadanos terminan dándose cuenta que sus líderes no sólo no poseen las cualidades imaginadas, sino que están sujetos a sus mismos vicios y debilidades, y más deplorables, reflejo de la propia sociedad que nos rodea. Nuestra "partidocracia" no se traduce mas que a una oligarquia de partidos, donde priman los intereses de grupos minoritarios.
Democracia ecuatoriana
El Ecuador ha sido testigo de escenarios políticos y gobiernos que han puesto en tela de duda la credibilidad del modelo democrático concebido en las diferentes constituciones a lo largo de su historia. Desde la consolidación de la Republica (1860-1875), nuestra nación no ha sido capaz de establecer bases solidas para un modelo político estable y sostenible en el tiempo, que garantice plenamente libertades individuales o se haya convertido en un país de economía prospera a largo plazo. Partiendo de la idea a que, un modelo democrático “exitoso” debe sentarse sobre la base de un régimen donde exista una institucionalidad fuerte; contextos de estabilidad que hagan posible una gestión de gobierno acorde a las necesidades del país, y donde prime la transparencia entre los funcionarios que realizan esta labor. Cabe recalcar que este es un proceso espontaneo que no se da de arriba hacia abajo, mas bien, viceversa y en su expresión mas orgánica.
Parecería paradójico asumir que estos escenarios de violencia, tiranía, autoritarismo, no son solo producto de dictaduras antidemocráticas financiadas por elites militares o extranjeras, mas bien, fenómenos que nos persiguen hasta el presente producto de elecciones democráticas y de sujetos que bajo la mascara de “demócratas” llegan al poder para someter al pueblo a dictaduras de partidos , se trata de tiranías que no necesitan de revoluciones para llegar al poder.
Recientemente, nuestra región fue testigo de los sucesos violentos del mes de octubre del 2019, ocurridos a lo largo del continente, y no hace mucho en Colombia. Los acontecimientos suscitados sacaron a colación la fragilidad de las democracias latinoamericanas. No obstante, el contexto de inestabilidad política fue una replica de los sucesos políticos que años atrás ocurrían al otro lado del globo tanto en el continente africano y en medio oriente, donde sus democracias se encuentran igualmente en crisis. La denuncia y el rechazo a varios fenómenos recurrentes que con el tiempo solo se fortalecen: Políticas de austeridad mal enfocadas, erroneas decisiones del ejecutivo, desigualdades sociales en crecimiento, aumento del costo de vida, corrupción endémica, acaparamiento de las instituciones estatales al servicio de ciertas elites, entre otros factores que continúan desgastando la democracia.
Los enfrentamientos y el descontento desencadenaron en una ola de violencia a nivel nacional. Lo cierto es que, tanto la violencia emanada de las fuerzas del orden, como la respuesta poco pacifica de los manifestantes que alegaban su derecho a “manifestarse”, no deja de ser mas que un reflejo del caos que impera en nuestro medio, que si las democracias “participativas” nos llama a todos a ser participes de la actividad política, tanto el Estado como el pueblo ha demostrado su incapacidad para hacer de este concepto algo posible y realizable a la larga. Por un lado, el Estado como ente ausente e ineficaz y el pueblo que ha perdido la confianza en sus gobernantes. Es precisamente en medio de tanta hostilidad donde células externas en busca de poder politico, se infiltran en las causas de los manifestantes para concluir los procesos de desestabilización de los gobiernos bajo el nombre de la revolución. Lo curioso de ello, es que estos fenómenos no son extraños. América Latina en su creciente desigualdad y en la elección permanente de gobernantes que contribuyen al proceso de inestabilidad y reproducción de pobreza, no es mas que la misma historia repetida en diferentes épocas y contextos. Aparentemente , América latina aun no logra aprender de ella.
Socialismo Siglo XXI
Sin irnos lejos, el caso de “democracias fallidas” encaja a la perfección en el contexto latinoamericano y la agenda política que surge a partir de la creación del Foro de Sao Paulo. Para esto, parece pertinente recordar la función del Foro de Sao Paulo, fundado por los reconocidos mandatarios Fidel Castro y Lula da Silva, en 1990 a raíz de la caída del Muro de Berlín ante el crecimiento de las tensiones geopolíticas producto de la Guerra Fría. Entre los propósitos del Foro están: Ganar mayor presencia de los movimientos de la izquierda latinoamericana para en conjunto combatir al denominado “neoliberalismo” y derecha regional.
El Foro obtuvo gran incidencia en América Latina y ha logrado tomar fuerza a nivel político regional. Fue de este mismo organismo, que surgieron las figuras de lo que hoy denominan “socialismo del siglo XXI” acompañado de una suerte de populismo demagógico. Esta fue la forma en la que a raíz de los sucesos dictatoriales en la década de los 70 y la hegemonía implantada en el mundo que derivo de la caída del Muro de Berlín, la izquierda resurja con mas fuerza y adapte sus condiciones a un nuevo siglo.
Los gobiernos populistas fueron capaces de propagar un discurso renovado y acompañado de sentimentalismo y promesas atractivas logrando asumir el poder en 7 países de la región, sin mencionar el provecho adquirido de las bonanzas de recursos que gran parte de estas naciones atravesaba durante esos periodos, olvidando que: luego de un periodo de auge, viene un periodo de escasez, y ese periodo se intensifica en cuanto los gobiernos no hayan sido responsables con la administración de recursos y cuyas políticas publicas y económicas han sido totalmente desacertadas.
Este invento del Sigo XXI ha recogido lo mas rancio de la clase política criolla; el despilfarro de recursos y la perpetuación del divisionismo social del cual se alimentan para manipular a las clases populares, haciendo de la democracia el caballo de Troya perfecto para que lideres con aires mesiánicos y grupos de poder, ganen grandes niveles de aceptación popular a través de discursos demagogos que les garantizan larga estadía en el poder.
Conclusiones
Si de algo esta llena la historia es de múltiples ejemplos que demuestran que la democracia ha fallado ahí donde el slogan barato ha triunfado y el futuro de la nación se pone en manos de elites perversas y masas que vulgarmente se equiparan a rebaños siguiendo al resto. Ya lo advirtieron en su momento quienes tuvieron el lujo de observar la puesta en practica del nuevo sistema. Decía el mismo Aristóteles: La democracia era el mal menor para los ciudadanos siempre y cuando estuviera regida por gente de alto conocimiento cultural y solida honestidad. Sin embargo, una vez establecida, comenzaron a surgir demagogos que acapararon la atención del pueblo quien cedió fácilmente a esas promesas atractivas e intereses ocultos. La política dejó de ser una función al servicio de la nación, a pasar a ser el negocio mas próspero para quienes se dedican a ella estando al servicio de los intereses de las partidocracias. La función legislativa como máximo órgano representativo del pueblo, es un claro reflejo de esa idiosincrasia y la repartición de intereses que existen entre sus funcionarios.
En nuestro contexto, difícilmente podemos hablar de la existencia de una democracia, aun existiendo todos los mecanismos que el código de la democracia, Constitucion y los derechos de participación contemplen a fin de garantizar una sociedad mas participativa y equitativa. No obstante, terminan tomando carácter de letra muerta. Por lo general, existe una "creencia social" a considerar que cuanto mayor es la participación en los procesos de elección procedimentales que hacen a la "democracia representativa", menores serán los efectos indeseados. Paradójicamente, esa misma participación parece disminuir a medida que aumenta el tamaño del grupo y que la desconfianza en nuestros sistemas politicos continua profundizandose. En la actualidad, pocos son aquellos que se interesan por asistir a la promulgación de las leyes en los espacios legislativos. Así, la opinión pública queda sujeta a la acción de otros “intermediarios” o grupos sociales que actuan en funcion de una agenda ideologica.
La historia nos sirve como ejemplo que para poder hablar de democracia y de libertad de los pueblos, necesitamos individuos que, a través del imperio de la ley, el respeto a independencia de poderes y la practica de la virtud en sus funciones, contribuyan a través de acciones individuales y colectivas a la construcción de un sistema que, si bien nunca llegara a ser idóneo, por lo menos logre ajustarse a las necesidades reales del medio y nos brinde estabilidad a largo plazo. Difícilmente se puede hablar de libertad en sociedades que no han sabido hacer un buen uso de ella ni han demostrado estar preparadas para vivir en democracia plena, sino en sus formas degeneradas. El gobernante no debe tomar las decisiones únicamente basadas en la aprobación y satisfacción popular. No siempre los intereses de la mayoría resultan ser los legítimos para el bienestar de la nación, de la misma forma que no todo lo legal es justo porque una mayoria asi lo haya considerado.
Los procesos independentistas del siglo XIX son el claro ejemplo de no todo lo que inicia en nombre del pueblo y de la libertad nos conduce a ser naciones libres y prosperas a largo plazo, si no hay un orden y seguridad de por medio, ademas de una sociedad que se encuentre comprometida con su bienestar y con la responsabilidad individual. Es tiempo de evolucionar de ese discurso político caduco y demagogo, de idealizar modelos ajenos e ir hacia la construcción de sistemas políticos mas acordes las necesidades locales. En el cual la meta de construir un sistema verdaderamente representativo y prospero no sea una tarea atribuida ciegamente a las partidocracias, a ideologías victimistas y divisionistas; y donde por fin la gente correcta se sume a las causas que han sido llevadas por los mas carentes de virtud. Por seguro que un proceso de esta magnitud puede llevar mas de algunas generaciones que hayan decidido evolucionar de lo que por mucho tiempo hemos estado sometidos y acostumbrados.
Bibliografía
Paze, V. (2016). La demagogia, ayer y hoy. Obtenido de Scielo: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-00632016000100113
Cataright, M. (2018). Gobierno de la antigua Grecia. Obtenido de World History Encyclopedia: https://www.worldhistory.org/trans/es/1-11753/gobierno-de-la-antigua-grecia/
Borja, R. (2020). Partidocracia. Obtenido de Enciclopedia de la politica: https://www.enciclopediadelapolitica.org/partidocracia/
Korstanje, M. (2007). La democracia y sus supuestos: una perspectiva comparativa entre los conceptos de democracia Procedimental y Estructural. Obtenido de Scielo: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-45572007000200002
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